¿Recuerdan la película de ciencia ficción Minority Report? En ella, la policía tenía una novedosa tecnología que le permitía cazar a los criminales antes de que cometieran el delito. Pues trasladen la idea al ámbito médico. La consigna «curarse en salud» se ha hecho más real que nunca tras la extirpación de estómago a la que se ha sometido una madrileña sana de 52 años que había perdido a tres hermanos por cáncer gástrico difuso, un tumor poco frecuente. El miedo a que la historia se repitiera con ella y con la hermana menor, de 49 años, las llevó a la Clínica Universidad de Navarra, para averiguar si, como sospechaban, se trataba de una patología hereditaria.
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Antes de fallecer, la hermana enferma se sometió a un estudio genético para determinar si existía una mutación patológica. La prueba dio positivo y a partir del resultado se pudieron realizar estudios genéticos comparativos con las dos hermanas supervivientes. La menor dio negativo, pero la paciente intervenida mostraba una predisposición muy elevada a desarrollar el mismo cáncer que se había llevado al resto de su familia. «El riesgo de desarrollar un tumor de estómago para una mujer con esa mutación es de cerca del 80 por ciento a lo largo de su vida», explica la doctora Maite Herráiz, responsable de la Unidad de Prevención y Consulta de Alto Riesgo de Tumores Digestivos de la Clínica Universidad de Navarra.
En este tipo de cáncer, el seguimiento preventivo con gastroscopias no es eficaz porque «no permiten detectar en fases tempranas el tumor debido al reducido tamaño de las lesiones incipientes, por lo que cuando se detectan ya están en un estado tan avanzado que no tienen cura», advierte Herráiz. Esto es lo que le pasó a la tercera hermana fallecida. Seis meses después de someterse a una gastroscopia que dio negativo, le diagnosticaron el cáncer en fase terminal.
La única opción para evitar el desarrollo del tumor era adelantarse extirpando el órgano «diana» donde podía originarse la enfermedad mortal: el estómago. Una intervención que consiste en seccionar la unión del estómago con el duodeno y, a continuación la unión del estómago con el esófago. Una vez extirpado el estómago, se realiza una reconstrucción denominada en Y de Roux (en la imagen).
Tras la intervención, se procedió al análisis del órgano para determinar si existía algún vestigio de un tumor. «Como en el 90 por ciento de los casos, el estómago de la paciente contenía focos microscópicos del tumor, que no se sabe cuando despiertan», explica la doctora Herráiz.
También en colon y mama
Desgraciadamente esta técnica no se aplica de momento en todos los tumores. En la Clínica Universidad de Navarra ya tenían experiencia con casos de cáncer de colon hereditario en los que habían extirpado el órgano de manera preventiva. «También hay trabajos publicados de mastectomías profilácticas en pacientes con predisposición genética al cáncer de mama», señala la especialista.
En el caso que relatamos, la paciente puede considerarse curada de un «futuro» cáncer de estómago, pero la doctora Herráiz advierte de que en los síndromes de predisposición a los tumores, además del órgano «diana», hay otros lugares donde pueden aparecer tumores, como en la mama, aunque en un porcentaje más bajo. «A esta paciente habrá que realizarle un seguimiento con mamografías para controlarlo».
Vivir sin estómago obviamente repercute en la cotidianidad del paciente, pero es cuestión de adaptarse. Tiene que realizar comidas menos copiosas pero más frecuentes y puede que tenga digestiones más pesadas y que sufra diarreas o molestias abdominales. En definitiva, pequeños problemas cuando uno se ha enfrentado al destino y le ha ganado el pulso por adelantado.
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